jueves, 9 de febrero de 2012

Pensamientos en voz baja...

Siempre creí que la mejor amistad debía ser reciproca,(y única) desconfiaba de aquellos que no podían reconocer a su mejor amigo del resto de sus amigos. Me resultaba casi imposible la idea de no tener una mejor amistad. Me resultaba casi imposible la idea de no poder elegir a una amistad, entre otras.
Pero eso fue en otro tiempo, de tanto en  tanto me pregunto cuál es mi mejor amistad, y cada día me contesto cosas diferentes, en realidad hasta hoy, casi, solo tenía una respuesta.
 Lo cierto es que hace varias vidas (y media) que no tengo una mejor amiga (mejor amigo sí, pero esa es otra historia, para otro día, para otro tiempo) Descubrí que es un titulo, rol, lugar, espacio, afecto que muy pocos han sabido soportar, sostener en el tiempo y las tempestades y que para ser honesta he escatimado a otros tantos, que han querido pero no han podido serlo.
Pero este atardecer reflexionando un poco sobre las amistades en general, y más aun las amistades que han sobrevivido en el tiempo, el destiempo, y a las elecciones propias y ajenas, me cuestiono, exclamo, susurro.
Hay mejor amistad: más interesante y rica, espiritual y filosóficamente escribiendo que aquella que se puede tener con alguien que no abre una puerta en el alma, y en la mente sino que construye mundos, universos. Con quien hemos sincronizado nuestro destino para comprendernos con ideas, conceptos, libros, miradas, arte, ausencias, Un día…  lleno de promesas  lleno de futuro. Complementado y oponiendo nuestras mejores virtudes y falencias. No, no hay mejor amistad que aquella que nutre y contiene nuestra mente y alma. Porque es una amistad que fortalece la creatividad, la búsqueda, el conocimiento y la relatividad del mundo.
Hay mejor amistad: más inocente y pura, que aquella que se puede tener con quien alimenta e invita a la parte más tierna e infante de mi alma a salir  en su presencia. Con quien he jugado uno y mil personajes, (juguemos a que soy, juguemos a que sos). Con quien acompaña cada uno de mis pasos, y escucha cada una de mis palabras, quien está presente en cada momento que atravieso. Y reímos, porque no hay mejor amistad sin risas, ni abrazos. Con quien hemos conectado directamente  sin palabras, ni gestos, la sincronía de querer lo mismo, de decir lo mismo, y ser muy distintas de todos modos. No, no hay mejor amistad que aquella que promueve, genera y comparte la parte lúdica y afectuosa de nuestro ser. Porque es una amistad compinche y fraternal desde el corazón que crece con cada temporada y llena de color y calor el alma. 
Hay mejor amistad: mas real y honesta, que aquella que una puede tener con quien mas te conoce, por que ha compartido, y mas que compartido, ha estado presente cuando una misma descubría y decidía quien iba a ser y quien no iba a ser, quien ha estado en los momentos mas decisivos y fundacionales de ser quien uno es hoy. En esas cosas pequeñas de la vida que una ni recuerda desde cuando, y cuando recuerda tienen que ver con esa amistad. Una amistad con quien una ha reído y ha llorado, y ha crecido, y ha peleado, y ha defendido, y ha aprendido, y por sobre todas las cosas ha querido. No, no hay mejor amistad que la que ha dejado huellas en el alma, que aparecen cuando una menos lo espera. Por que es una amistad llena de siempres, lejos o cerca es una amistad que perdura los tiempos y destiempos. 
Hay mejor amistad: mas apasionante y esperanzadora, que aquella amistad posible, esa amistad que puede llegar a ser, puede llegar a ser vaya a saber una que. La promesa de una amistad mejor, con quien una reconoce la potencialidad y ve el camino por delante, con quien una quiere compartir tiempo, sueños, risas, abrazos, colores, con quien una intuye los podría ser. No, no hay mejor amistad que la que esta por venir, por que es una amistad llena de aprendizajes nuevos, de descubrimientos posibles, de afecto a estrenar. 
Entonces resumiendo: podría decir sin contradecirme que mejor amiga podría haber una sola, pero mejor amistad o amistades mejores puede haber muchas.